sábado, 13 de diciembre de 2008

renato >>


Cuando su vida ladeaba hacia la normalidad maravillosa de la trivialidad se recordaba que “londres le había salvado la vida”, y eso que nunca había estado allí. Pero sabía que si algun día escribía un libro así comenzaría. Tan conciso y tan abierto, tan narrow y tan wide a la vez que le parecía genial. A la altura de “En un lugar de la mancha…” y mucho más moderno y cosmopolita. Se podía imaginar a la gente cpomentandolo dentro de 30 años: “sí es completamente cierto, londres le salvo en cierto modo la vida”. Quería que las cosas acabasen bien y ese era para el un objetivo más prioritario aún que el devenir de esas cosas mismo. Quería ser recordado como alguien importante, pero le daba un poko igual el por qué o el cómo llegar a esa posición. Veía gente vieja habalndo con admiración sobre él por cosas que si se paraba apensarlas tan solo un instante le parecían completamente vacías y estúpidas. Que coño podía importar ser alguien importante con 70 años sino se había hecho…nada?...en los 50 anteriores? Pero aún así la idea de la senectud de adoración le regocijaba. Y el reghocijo le hacia sentir idiota. Siempre soñaba con la entrada en la meta, como si la carrera no importase. Eso le provocaba sentimeintos contradictorios. Esperar le hastiaba en exceso. Y ahcerlo durante 50 años por ver si alguien le recordaba con tamaña admiración era menos excitante que la vida sexual de sus padres. Pero era lo que su subconsciente permitía fluir hacia el exterior. Su “yo” le decía sólo eso, era un sueño que fluia solo desde dentro, y esa era toda la informacion de la que podía disponer. Eso era lo mas cerka que había estado de concocerse y le parecían pensamientos idiotas y absurdamente pelikuleros. Pero ese era él. El que quería ser recordado por lo que fuese, al que le daba igual que hacer durante su ivda, lo primero ser feliz o no, mientras hubiese un viejo al otro lado que dijese aquello de “Londres le salvo la vida”

Y qué ostias hay en Londres se preguntó Renato. Nadie contestaba así que en su viaje astral de la ducha hasta el espejo decidió preguntarselo a su rpopio yo, era lo más lógico no? Ante el espejo…qué hay en londres? Sueltalo.

Delante del espejo habalndo sólo. Con 20 añitos recien cumplidos. Con más tonterias encima de las que había tenido debajo. Estas cosas solía decir Herminio el del bar, sólo se podían solucionar follando. O matando. Que era igual de sucio, pero se lamentaba por más tiempo. Herminio sólo decía gilipilleces pero tenía una cadencia al hablar que presagiaba algo fantástico. O quizá sólo era lo que le había dicho su abuelo desde epqueño. Otra vez portando las opiniones de otros en camafeos de plástico. Por eso todo el mundo escuchaba a Herminio con mucha atención, porque aún conociendo todos su nivel de idiocia (el cual los especialistas hubiese catalogado de abriumador) esperaban que un día les dejase ahllí mismos sentados a todos, pronunciando palabras que perdurarían en la posteridad. Renato nunca supo quien se pudo inventar tal gilipollez, porque aquel hombre que solo trataba de sentar catedra no podíra habalr por boka de Shakespeare jamás. Pero aquello era un barrio muy chico pa los aires de la modernidad o la intelectualidad. Con que no aamaneciesen todos muertos por la insoportable pesadez del aire que filtraba la acería ya parecía suficiente. En un mundo pequeño, los sueños suelen tender a ser pequeño. Pero renato tenía uno gorodo como una sandía. Renato quería conocerse a si mismo

Publicado por CANALLA en 1:40 |  

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