muchachito

Canalla movió despacio las tablillas desvencijadas de su ventana, para permitir que entrase un hilillo de luz no mas. Con su dedo amarillento y huesudo las tocó primero como el q toca a un muerto, esperando oir un susurro quizá o q se levantase gritando y exar a correr calle abajo. Necesitaba sentir ese calor alegre en su piel, necesitaba q ese amigable gordo le alivianase con un favor muy especial. La lluvia no había cesado desde que llegó, ni una sóla tregua le había permitido aquel invierno. Había mojado y secado sus botas tantas veces que se habían cuarteado y tenían el aspecto de la carne seca que había visto guardar a su madre, muchos años atras , en aquellas cajas de latón que abuelo llevaba en sus excursiones. Tanto tiempo lloviendo sobre mojado, que aquel hillillo de luz cortó la habitación como si fuese mantequilla.

Y allí estaba Canalla, sentado sobre la calida madera, apenas con unos calzoncillos y los calcetines puestos, observando el fino hillillo a un palmo de su nariz y pasando su dedo índice alrededor suyo como si pudiese agarrarlo cuando gustase. Como si fuese algo precioso y material. Como si algo de lo q había en aquella habitación pudiese ser catalagado como "real"